Me da mucho coraje que me planten. Hoy sucedió esto y me quedé con el Tarot en la mesa con cafecito cargado y algo de inspiración, pero con una carencia: no había quien consultara las cartas.
¿Qué hacer? Iniciar de nueva cuenta mis escritos sobre Tarot y revivir mi blog me contesté, tenía tiempo para esto y el clima era el ideal. Como dijo una señora que paso junto a la mesa que por costumbre ocupo cuando de tirar el Tarot se trata acompañada de su sequito de amigas: aquí está lo fresquito dijo ella. Y lo fresquito, pensé yo, era el clima ideal para escribir.
Armé el ritual: musiquita, café y Tarot. La carta que me sugirió el tema: El nueve de copas. El tema: miedo a la carencia.
Cuatro son los aspectos que rodean al ser humano. El Tarot nos los muestra de manera contundente: la mente (espadas), las emociones (copas), la energía material (oros) y la energía sexual (bastos). En todas y cada una de estos aspectos podemos experimentar la carencia.
Podemos tener carencias intelectuales, sentimentales, materiales y sexuales. Muchas veces estas generan verdaderas crisis en nuestra vida. Nos podemos percibir medio “burros” cuando sentimos que no sabemos lo suficiente; nos podemos sentir vacíos cuando no sabemos cómo reaccionar emocionalmente ante algo o alguien; padecemos los días en los que nos falta dinero (si lo sabré yo, jejeje); sufrimos y otros sufren por nosotros (con toda razón) cuando tenemos un problema de salud, una enfermedad fuerte; andamos como flamitas cuando no sabemos cómo canalizar la energía sexual por la carencia de alguien con quien interactuar en ese tan bonito deporte.
En fin, el ser humano en su gran mayoría siempre anda por la vida carente de algo, nunca está a gusto con lo que se tiene o con lo que se es. Siempre falta algo, siempre.
También existe la carencia de lo más básico. Carencias que padecen cada vez más millones de seres humanos en este planeta generadas por el egoísmo y la maldad de otros. Hay mucha gente que no tiene la posibilidad de tener y hacer uso de lo elemental: alimento, agua, vivienda, trabajo, etc. Esto duele.
De repente nos da por hacer el recuento de una vida desde la perspectiva de la carencia y no desde el punto de vista de todo lo que hemos ganado al paso de todos estos años.
Y fue así que me encontré ahí en ese café, esperando y me reconforto saber que siempre y en todo momento me tengo a mi mismo, que podía carecer de una consultante, que en estos momentos difíciles por los que paso puedo carecer de dinero, incluso podía carecer de esperanza pero algo no me había de faltar nunca de los nuncas: espíritu.
Y desde esa perspectiva sonreí al preparar la partida no sin antes dibujar mi caricatura al interior de mi cuaderno de notas. Acompañando a mi carica un globito que decía en su interior lo siguiente: “Recurro a mi espíritu y comprendo que no necesito nada, hoy sé que lo tengo todo y esto reconforta”.
¿Qué hacer? Iniciar de nueva cuenta mis escritos sobre Tarot y revivir mi blog me contesté, tenía tiempo para esto y el clima era el ideal. Como dijo una señora que paso junto a la mesa que por costumbre ocupo cuando de tirar el Tarot se trata acompañada de su sequito de amigas: aquí está lo fresquito dijo ella. Y lo fresquito, pensé yo, era el clima ideal para escribir.
Armé el ritual: musiquita, café y Tarot. La carta que me sugirió el tema: El nueve de copas. El tema: miedo a la carencia.
Cuatro son los aspectos que rodean al ser humano. El Tarot nos los muestra de manera contundente: la mente (espadas), las emociones (copas), la energía material (oros) y la energía sexual (bastos). En todas y cada una de estos aspectos podemos experimentar la carencia.
Podemos tener carencias intelectuales, sentimentales, materiales y sexuales. Muchas veces estas generan verdaderas crisis en nuestra vida. Nos podemos percibir medio “burros” cuando sentimos que no sabemos lo suficiente; nos podemos sentir vacíos cuando no sabemos cómo reaccionar emocionalmente ante algo o alguien; padecemos los días en los que nos falta dinero (si lo sabré yo, jejeje); sufrimos y otros sufren por nosotros (con toda razón) cuando tenemos un problema de salud, una enfermedad fuerte; andamos como flamitas cuando no sabemos cómo canalizar la energía sexual por la carencia de alguien con quien interactuar en ese tan bonito deporte.
En fin, el ser humano en su gran mayoría siempre anda por la vida carente de algo, nunca está a gusto con lo que se tiene o con lo que se es. Siempre falta algo, siempre.
También existe la carencia de lo más básico. Carencias que padecen cada vez más millones de seres humanos en este planeta generadas por el egoísmo y la maldad de otros. Hay mucha gente que no tiene la posibilidad de tener y hacer uso de lo elemental: alimento, agua, vivienda, trabajo, etc. Esto duele.
De repente nos da por hacer el recuento de una vida desde la perspectiva de la carencia y no desde el punto de vista de todo lo que hemos ganado al paso de todos estos años.
Y fue así que me encontré ahí en ese café, esperando y me reconforto saber que siempre y en todo momento me tengo a mi mismo, que podía carecer de una consultante, que en estos momentos difíciles por los que paso puedo carecer de dinero, incluso podía carecer de esperanza pero algo no me había de faltar nunca de los nuncas: espíritu.
Y desde esa perspectiva sonreí al preparar la partida no sin antes dibujar mi caricatura al interior de mi cuaderno de notas. Acompañando a mi carica un globito que decía en su interior lo siguiente: “Recurro a mi espíritu y comprendo que no necesito nada, hoy sé que lo tengo todo y esto reconforta”.